La caja de música de Ana es muy alegre. Podría llamarse la caja “Sitting on top of the world“, igual que la canción, que te viene a decir que qué más da lo que pase, que yo estoy sentada justo on top of the world (como un blues de los años 30 pero con final feliz).
Pues así está Ana: sentada on top of the world y rodeada de planetas de colores. Ya me lo dijo Ignacia cuando me encargó la caja, que el 1,80 de estatura de Ana le daba otra perspectiva de la vida. Desde arriba se ven las cosas de forma distinta. Alguna utilidad habrá que darle a esos centímetros de más. Vamos, digo yo.
La cabeza pensante de Ignacia tenía clarísimo qué cosas quería que hubiera en la caja: unos planetas, unos planos de arquitecto, una cámara de fotos, unos árboles frutales y su amiga del alma y de la infancia Ana vestida con un kimono de flores muy favorecedor (y hablo con propiedad porque he visto la foto). A mí también me habría gustado incluir las manos de Ana con sus uñas pintadas cada una de un color, porque así fue como la conocí yo hace algunos veranos en Cabo de Palos, tan sonriente y tan de colores. Como en su caja. Los árboles frutales fueron sustituidos por cítricos en una cesta de esparto, que son más de secano y más de sol, que con tanta niebla no sé cómo habéis superado este invierno.
Suena Boig per tu.
Gracias a las dos por haberme dejado meterme un poquito entre vosotras amigas de las de siempre. Y gracias por las llamadas de teléfono para contarme, que me alegraron la Navidad y la vuelta al cole….¡ánimo Ana con la música!
Detalle de la cámara de fotos, la cesta de cítricos y el kimono.