Esta caja de música me la encargó Guillermo. Me contó que se iba a reencontrar con una amiga a la que no veía desde hacía algún tiempo, una amiga que no lo había pasado bien durante estos últimos años. Para ayudarme a hacer la caja me habló de ella, de su pasión por los tangos, del oficio de artesana que tuvo que dejar, de su forma de vestir… y me transmitió la importancia que tenía para él volver a retomar su amistad y lo delicado que tenía que ser para acercarse a ella sin asustarla, para conseguir su confianza. Todavía estaba presente el recuerdo de esos años malos y la costumbre de cerrarse para protegerse, para intentar no pasarlo tan mal. Igual que una mimosa púdica, pensé yo.
La música de la caja es nada más y nada menos que Uno, un tango con letra tremenda, que yo elegí para la caja de música de mi hermana hace un par de años. Y es que ese tango, junto con Estudio Estadio, forma parte de la banda sonora de los viajes familiares en coche. Son canciones que escuchas y letras que aprendes y no llegas a entender hasta que no pasa el tiempo.
He leído una anécdota sobre este tango. Lo compuso Mariano Mores en 1940 y se lo dio a Discépolo para que escribiera los versos. Así mismo cuenta Mores lo que pasó:
Así se ha convertido este tango en uno de los fundamentales, como dicen los entendidos.
A Lore le gustó su caja y su tango, me escribió Guillermo para contármelo y yo se lo agradecí mucho.